31 d’ag. 2015

Destinos Opuestos - Capítol 3

Los días pasaron. Adam y yo seguíamos con las carícias debajo de la mesa, y entre carícia y carícia a mi se me olvidaba el hecho de que Helen, su novia existía.

Sabía que era un frente que no tenía que luchar, que debía irme ahora que aún podía olvidar su olor,

sus ojos, sus manos suaves acariciando las mías, sus sonrisas que escondían algo más que una simple amistad y todo aquello que olvidábamos, ese sentimiento que creía que florecía por ambas partes.

Fuí una soñadora, Grace, la soñadora empedernida y luchadora de las causas perdidas, con su armadura de chica loca y dura y un séquito de lágrimas y miedos iban a luchar por aquello que quería, que deseaba, conquistar el corazón de Adam.

Cuando me dí cuenta ya estábamos a octubre y las cosas seguían igual. Seguíamos tonteando de una manera muy descarada y todos se daban cuenta y nos preguntaban por nuestra supuesta relación que en realidad era inexistente.

Llegué de clase y abrí el ordenador. Encontré un mensaje de un compañero:

"Hola, quería preguntarte algo"

Sin saber el qué, contesté rápidamente y empezamos a hablar.

- ¿Qué sucede Alan?

- Me he enterado de algo que quería comentarte

- Pues dímelo - dije yo al ver que no me lo explicaba y quería hacerse de rogar

- Me han contado algo... - Me estaba cabreando al ver que Alan se estaba haciendo tantísimo de rogar

- Dímelo de una vez.

- Me han contado que tu y Adam estabáis en el baño durante el descanso y os pillaron follando.

Me quedé boquiabierta. Me empecé a reír sola. No podía parar entonces, le hice una foto y se la pasé a Adam.

Lo negué todo, ya que los descansos eran de cinco minutos y salíamos a fumar. Sí un cigarro ya dura cinco minutos, ¿Cómo podíamos siquiera hacer algo en los cero minutos que nos quedaban?

Al cabo de unas horas me volvió a abrir Alan. Esta vez parecía raro y estuvimos hablando.

- Me gusta alguien y no sé como decírselo - Me dijo él de repente

- Pues no sé díselo y punto - Aún seguía cabreada por haberse inventado esa patraña, ojalá hubiésemos hecho algo Adam y yo...

- Es de clase... - Empezó - Y me gusta mucho.

- ¿Y quién es? - Dije yo con cierta curiosidad. - ¿Es Giselle o Anne?

- No es ninguna de las dos.

- Pues entonces solo queda Claire, no somos más chicas.

- Tampoco es Claire - Dijo él - Eres tú.

Me quedé anonadada y le envié una captura de pantalla a Adam. No sabía que responderle y según me habían dicho si alguien le llevaba la contraría se volvía loco, y una puerta rota de nuestra clase lo demostraba.

Le dije que ya tenía en mente alguien y dejé de hablarle, no quería ni imaginar quien pensaba que me gustaba, aunque estaba más que claro. Adam.

Al día siguiente, Adam y yo al vernos nos hicimos una mirada de complicidad, y nos reímos sin querer al recordar lo que sucedió la noche pasada.

Al entrar en clase, Alan, me miraba con una cara de desprecio y yo lo entendía, en realidad sabía porqué lo hacía, pero no era culpa mía si me había enamorado del chico que tenía a mi lado.

Adam, parecía diferente hoy. Nos tocaba otra vez la maldita clase de los vídeos de internet y volvieron a apagar las luces. Alan no dejaba de mirarnos y eso me incomodaba bastante, pero no quería darle importancia, su cara de odio me daba absolutamente igual, así que yo hice la mía.

Al empezar la clase, cerraron las luces, Adam se puso con la silla mirando hacía el proyector y
yo justo detrás de su silla, dejando así mi pierna justo a su lado y la mesa me cubría la pierna. Nada más empezar se me erizó la piel al notar las yemas de sus dedos rozando mi rodilla, intentaba estar atenta a la clase, pero era demasiado aburrida y el chico que me gustaba cada vez subía más los dedos. Notaba sus yemas en mis piernas y no podía evitar sonrojarme. Él al darse cuenta se río silenciosamente mientras continuaba acariciándome.

Yo sin embargo, exhausta, empecé a acariciarle la espalda, dibujando con mis yemas, sin querer, pequeños corazones. Cuando se dió cuenta me sonrío y él dibujo uno en mi muslo.

Sin darnos cuenta entre carícias se hizo la hora de irnos a casa. Así que nos despedimos con dos besos y mucha tensión y nos fuimos cada uno a sus respectivas casas.

Al llegar a casa, llame a Claire, con la que había hecho muy buenas migas, y le expliqué lo sucedido.

- Grace, debes besarlo - Dijo ella muy convencida

- No puedo, Claire, y ¿Sí lo asusto? - Mi voz sonaba quebradiza

- ¿Desde cuando tú te preocupas por esto? - Me dijo ella en un tono preocupado

- Des... Desde que alguien me gusta de verdad.

Un silencio incomodo hizó que en ese instante retumbara por mi cabeza las palabras que acabada de afirmar.

- Grace, sí te gusta ves a por él, no seas tonta.

Después de hablar un rato más colgamos y yo me tumbé en la cama. ¿Y si lo jodía todo? ¿Y si realmente no le gustaba?

¿A quién pretendía engañar? No era una modelo, tenía mis quilitos de más y no era una preciosidad. Realmente me asustaba oír que estaba gorda o que era fea de sus labios, creo que el simple hecho de pensarlo me mataba por dentro y no quería que eso sucediese, quizás por ese hecho no lo besaba.

¿Qué sucedía si me rechazaba? Creo que mi corazón se hubiese roto en mil y un pedazos. Y no estoy hecha para que me digan no en algo que tenía tan claro. Le gustaba. Poco o mucho, sinó no entendía el hecho de hacerme tantas carícias. ¿A qué venía todo eso?

Me quedé dormida. Mis ojos, estaban hinchados así que me dí una ducha y me relajé antes de volver a clase.

Nada más sentarnos, Adam me miró con ojitos de corderito degollado y me preguntó

- Este viernes son las fiestas de Klengtown, ¿Vas a venir? - Sus ojos eran mi perdición

Me acarició el muslo y mi cuerpo respondió de manera automática.

- ¿Por? - Dije yo intentando de manera fallida no ruborizarme

- Voy a estar de DJ y era por si vendrías, me gustaría que estuvieses ahí.

Mi corazón dió un vuelco, y en mi interior mis órganos estaban dando una fiesta

- Además - continuó - Toca Fleshdown, ese grupo que te gusta, dijo mientras no me apartaba la mirada.

Realmente no podía ir sola, su pueblo estaba a unos 20 km de la ciudad y no podía ir andando. Así
que le envié un mensaje a Chloé, una amiga de la infancia, que siempre había estado a mi lado.

"Tía, ¿Qué haces el viernes?"

Enseguida respondió

"Nada ¿Por?"

Escribí lo más rápido que pude

"Tocan Fleshdown en Klengtown, podríamos ir..."

"¡Vale!"

Suerte que ella siempre se apuntaba a mis locuras... Chloé era una chica de mi edad que conocí después de sufrir durante dos años acoso cuando me cambié de instituto, nos hicimos inseparables, pero este año nos habíamos separado un poco ya que las dos estudiábamos cosas distintas, pero sin lugar a dudas eramos las mejores amigas que nadie habría visto jamás.

Ahora solo hacía falta esperar a mañana para ir a verlo. ¿Qué haría al verme? ¿Me diría algo? ¿Me dedicaría alguna canción?

To be continued...

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